A veces uno encuentra una sorpresa donde menos se lo espera. El otro día me dieron entre las monedas de vuelta de un pago una especial, que no descubrí hasta la siguiente vez que la saqué del bolsillo y la analicé con detenimiento. No me sonaba la figura dibujada que ocupaba todo el centro de una de sus caras, y que iluminaba una serie de aspas en varias capas en función de la luz que le daba.

Puesto que mi mente tiene ya activado un sistema de detección de asuntos relacionados con la Gran Guerra, directa o indirectamente, y aquella forma me recordó en cierto modo a una amapola (¿por qué será?), un cosquilleo me recorrió el cuerpo cuando los ojos repararon en la leyenda escrita en circunferencia: LE BLEUET DE FRANCE, FLEUR DE MÉMOIRE ET DE SOLIDARITÉ. 1918-2018.

Entonces até cabos y se me agolparon los datos almacenados sobre la cuestión principal: ¿qué era un bleuet? Se trata de una flor (aciano sería la traducción en castellano) que, igual que sucedió con la amapola en el mundo anglosajón, Francia adoptó como objeto para ayudar a los veteranos ex combatientes de la guerra y sus familiares, mediante su venta en la celebración de cada aniversario. Así, el Bleuet se convirtió en el principal símbolo francés relacionado con la Primera Guerra Mundial. El principal motivo radica en que junto a las amapolas era la única flor que crecía en los campos de batalla devastados por los proyectiles, y además al ser de color azul representa no solo el primer color de la bandera francesa, sino también la referencia al color (bleu horizon, azul horizonte, entre azul y gris) de los uniformes de los soldados franceses de las trincheras.

A punto de que se cumplan los cien años del fin de la guerra, me parece que es un buen momento para sacar a relucir esta moneda conmemorativa puesta en circulación por uno de los principales contendientes de la guerra, como homenaje al pasado.