Cada vez que uno organiza una presentación literaria se enfrenta a los mismos retos. ¿Qué contar? ¿Cómo entretener y no aburrir a los asistentes? ¿Quién me acompañará para hablar en público? ¿Podría añadir algo más que palabras en directo, como por ejemplo música, o algún vídeo / audio interesante? Y en eso se concentran parte de las energías.

Pero debo reconocer que, hasta la fecha, de todas las presentaciones que había realizado, ninguna había sido en el pedazo de territorio que piso cada día, en esa parte del mundo en la que consumo la mayor parte de mis horas de vida, es decir, en mi barrio, en el conocido como «La Prospe» de Barcelona. Y una de las razones era la inexistencia de un espacio adecuado que rindiera ese pequeño homenaje que se merecen los libros incluso en el barrio más humilde de cualquier ciudad. Pero ese espacio existe, gracias al incombustible Arthur Calvet, y se llama librería EN SU TINTA, donde si algún día acudís recibiréis un trato cercano, agradable, atento y muy profesional en materia de literatura.

Pues bien, en la sala de actividades de esta librería tuve el placer de presentar el pasado jueves 12 de junio el proyecto literario AMAPOLA NEGRA. Las previsiones de sillas se quedaron cortas para la afluencia de público que quiso conocer de primera mano los entresijos y antecedentes de la novela, máxime teniendo delante a un conocido de muchos años al que les cuesta imaginar, por más que alguno lo niegue, inventando historias que luego se publican.

Y en tan insigne ocasión recurrí como presentador a mi amigo JAVIER BRUQUE, músico, compositor y presidente de la Asociación de Músicos BcnArts, amén de uno de los exponentes más representativos del panorama cultural del barrio, que preparó un formato atractivo, alejado de la presentación pura y dura. En realidad, lo que compartimos con el resto de asistentes fue un personal tête à tête en el que, a través de las preguntas de Javier, yo iba dando pinceladas tanto de la novela como del periodo histórico en el que se enmarca, así como claves de mi persona y de mi escritura.

Estas cosas, lo cierto es que nunca sabes decir si han salido bien o mal, porque dependen en gran medida de la percepción subjetiva de quien ha escuchado y visto desde su asiento en el público.  Tú tienes tu impresión personal, en este caso confieso que muy positiva, y cuentas con ciertos elementos externos como las caras o los comentarios de las personas una vez concluido el acto. Si me fio de esos datos y demás opiniones, la conclusión es que la presentación hizo pasar un buen rato a la gente y les permitió aprender con amenidad cuestiones relacionadas con la Gran Guerra que desconocían.